Borja Rodríguez es un ludópata de tan solo
22 años. (Fotos: Carlos Carrión)
Una máquina del tiempo. Sí. ¡Ojalá
tuviera una! Viajaría hasta aquel día, al minuto anterior a mi primera apuesta.
Aquello lo cambió todo... ¡Todo!» Mario es ludópata y lleva dos meses en
tratamiento. Tenía 18 años cuando apostó por primera vez en una web de
apuestas deportivas. «Lo pienso ahora y todo me parece absurdo, estúpido. Estás
en tu habitación tan tranquilo, haces un clic con el ratón y, ¡hala, toda tu
vida a tomar por culo! Tal cual, empecé a jugar y ya no pude parar». Cinco
años después, nadie confía en él. Su familia, su novia, sus amigos; a todos
ellos les ha mentido y engañado alguna vez. «Constantemente, en realidad
admite. Desde aquel día...».
Aquel día, navegando por Internet,
«como cualquier otro día», Mario que accede a compartir su historia sin revelar
su verdadero nombre ni su procedencia ni su lugar de trabajo. «No quiero que
todo el mundo me señale con el dedo», aduce aceptó la oferta de una web cuyos
banners llevaban tiempo invadiendo su navegador. «Me regalaban cien euros.
Para apostar, claro. Así, sin más, por mi cara bonita ironiza. Ya había entrado
antes, pero había que registrarse, dar una cuenta y, no sé, me daba pereza,
desconfiaba. Ese día, sin embargo, no sé... Fui, primero, con 20 euros. Gané.
Luego, otros 20. Otros 40. En unos minutos tenía más de 500. ¡Flipaba! Y
entonces, de pronto, en una mano lo perdí todo. Estaba como poseído;
cabreado, excitado, no sé, como una moto. Yo estaba en la universidad, fuera de
casa, con tarjeta de crédito de mis padres... Perdí otros mil euros. Ya te
digo, ¡si tuviera una máquina del tiempo!».
Pero las máquinas del tiempo, bien
que lo sabe, no existen. Existen, eso sí, las máquinas tragaperras principal
fuente de ludopatía (90 por ciento de los casos) entre los españoles; las casas
de apuestas; los bingos; los casinos; los casinos on-line; las webs de póker,
de apuestas deportivas, de tragaperras; el juego por televisión... La oferta es
mareante nunca en la historia habían existido tantos estímulos y oportunidades
de juego y los ludópatas son cada vez más jóvenes. «El juego on-line,
convertido ya en la segunda causa de las ludopatías que atendemos advierte la
psiquiatra Susana Jiménez, responsable de la Unidad de Juego Patológico del
Hospital de Bellvitge (Barcelona), una de las dos que existen en España, es una
verdadera revolución. Al eliminar las restricciones físicas y horarias, permite
apostar desde tu habitación, tu móvil o tu tableta, 24 horas al día, siete días
por semana y sin que nadie se entere. Para un jugador patológico es una puerta
abierta al descontrol. Y para los adolescentes, que, según la ley, no
pueden entrar en casinos, bingos ni salas de apuestas ni jugar a máquinas
tragaperras, se abre una oportunidad inédita hasta hoy para acceder a juegos de
azar».
En españa, el 18 por ciento de los
menores así lo revela un estudio de la Universitat de València y la Fundación
Codere apuestan on-line. Más preocupante todavía: el ocho por ciento, de hecho,
lo hace de forma habitual y a edades tan tempranas como los 13 años. Para ello
no necesitan más que una tarjeta de crédito y el DNI de un adulto, los dos
únicos requisitos exigidos en España para acceder a una web de juego en línea. Es
decir, todos estos menores utilizan identidades falsas para jugar en Internet.
Ante lo cual, sus padres o tutores no pueden hacer otra cosa que prestar más
atención o bien incluir su nombre en el Registro General de Interdicciones de
Acceso al Juego, del Ministerio de Hacienda. De ese modo, si alguien intenta
suplantar su identidad en una web, el sujeto en cuestión es rechazado de forma
automática.
En todo caso, nadie puede asegurar
que todos estos jóvenes acaben convertidos en ludópatas, si bien, según los
expertos, el 2,5 por ciento de quienes juegan en Internet desarrollan una
adicción al juego. Una tendencia que preocupa, y mucho, a los responsables
de las dos unidades de ludopatía que hay en España en Bellvitge y en el Ramón y
Cajal (Madrid) y a los de las Asociaciones de Jugadores de Azar Rehabilitados.
En ninguna de estas entidades, las únicas que atienden de forma específica a
jugadores patológicos, hay menores de 18 años. «Su atención corresponde a
psicólogos y psiquiatras infantiles explica Juan Lamas, director técnico de
Fejar, federación que aglutina a 26 asociaciones de rehabilitados, pero cada
vez nos llegan más familias hablándonos de chicos que reúnen todas las
características del ludópata».
La edad de los pacientes, en todo
caso, está sufriendo un descenso alarmante. «Hace seis años, el paciente tipo
andaba entre los 28 y los 35 años asegura Lamas. Ahora están entre los 18 y los
25 años. Es decir, cada vez nos llegan más chavales que empezaron con 16 y 17
años. O menos incluso».La edad, sin embargo, no parece ser la única alteración
derivada del irrefrenable avance del juego on-line, modalidad que en una década
ha pasado de representar apenas el 0,6 por ciento de las ludopatías hasta el 13
o el 15 por ciento actual. «Internet lo está cambiando todo revela la
responsable de la unidad de Bellvitge. El ludópata tipo siempre fue un
jugador de tragaperras que, como máximo, poseía estudios secundarios. La
mayoría de los pacientes que nos llegan con juego on-line, sin embargo, son
jóvenes universitarios, con más recursos. También vemos chicas muy jóvenes, de
apenas 20 años, algo absolutamente infrecuente hasta hoy, ya que las mujeres no
empezaban hasta los 35 o los 40 y por motivos como insatisfacción vital,
depresión... Crecen incluso los mayores de 65 con problemas de salud, de
movilidad o de soledad que también han empezado a jugar desde casa».
El juego 'on-line' es, además,
aseguran psiquiatras y terapeutas, mucho más adictivo que el juego presencial.
«Desde que alguien empieza a jugar hasta que desarrolla el trastorno suelen
pasar unos cinco o seis años subraya la doctora Jiménez. Y en el juego on-line,
en dos años, ya presenta todos los síntomas. Y con deudas que triplican, en
promedio, las de los pacientes de tragaperras». Al ritmo que crece la adicción
al juego on-line, los expertos temen que acabe convirtiéndose en unos años en
la primera causa de ludopatía. Así lo advierte Jeffrey Derevensky, la mayor
autoridad mundial en ludopatía juvenil. Este psiquiatra canadiense es el
autor de Teen gambling: understanding a growing epidemic ('Juego adolescente:
comprensión de una epidemia creciente'), un libro que advierte sobre las
dimensiones del fenómeno.
«Las generaciones posteriores a los
años ochenta han crecido con videojuegos e Internet, admirando la cultura del
dinero fácil y con poca medida del riesgo, argumenta Derevensky. Ahora pueden
jugar desde su ordenador o su móvil, y esto va a revolucionar el modo en que
las personas comienzan a jugar». Es decir, cada vez
más temprano y con menos restricciones que nunca. «Hoy se previene a los chicos
contra el alcohol, las drogas, la conducción temeraria o el sexo sin protección
prosigue, pero no contra el juego. He tratado a chavales que en un mes
perdieron 20.000 dólares en webs como PokerStars (la misma a la que el tenista
Rafael Nadal invita a jugar en una campaña publicitaria). Los chicos les roban
las tarjetas a sus padres, venden objetos de valor; algunos acaban
delinquiendo, en la cárcel e incluso quitándose la vida. Créame, el juego puede
ser una adicción devastadora».
Y Una adicción es, ante todo, una
enfermedad. «Muchos ven al ludópata como un vicioso señala el psiquiatra
Jerónimo Saiz, fundador de la Unidad de Ludopatía del Ramón y Cajal. Pero no es
así. Es un enfermo que necesita tratamiento, y su dolencia implica,
básicamente, perderlo todo». La propia psiquiatría modificó en 2013 su
percepción sobre el asunto. Hasta entonces se consideraba un trastorno del
control del impulso equiparable a la cleptomanía, la piromanía, el trastorno
explosivo intermitente o la tricotilomanía (arrancarse el propio cabello).
Ahora, sin embargo, figura entre las adicciones de tipo comportamental.
Es decir, el ludópata no puede dejar
de jugar. Si lo hace, sufre extremos niveles de ansiedad que solo apacigua
apostando. «Las investigaciones indican que el juego actúa en el cerebro como
las adicciones a sustancias explica la doctora Jiménez. Al obtener un
premio, se activan tus circuitos de recompensa cerebral, pero a medida que
juegas sin parar se producen trastornos en la actividad cerebral, con
crecientes niveles de estimulación, que perpetúan esa conducta». Dicho de otro
modo, la cabeza del ludópata funciona de un modo distinto a la de una persona
sana.
Mark Dickson, profesor de Psicología
en la Universidad del Sur de Illinois (Estados Unidos), ha buceado en los
cerebros de jugadores patológicos y los de otros no patológicos con técnicas de
neuroimagen. «Hemos descubierto que el ludópata explica Dickson no distingue
entre ganar y casi ganar. Es decir, cuando en el póker tiene una mano que
cree ganadora, pero alguien la supera, cuando en la ruleta cae el número justo
al lado del suyo o cuando en una tragaperras se queda a un pelo del jackpot, se
activan las mismas zonas de su cerebro que cuando gana. En el jugador no
patológico, por el contrario, una casi victoria es tomada como lo que es: una
derrota. Es decir, al ludópata, aunque no gane, su cerebro le dice que lo está
haciendo muy bien. Y hemos visto patrones similares entre chicos jugando a
videojuegos, sobre todo si son violentos y están conectados on-line. Es algo
muy peligroso».
La industria del juego, de hecho, o
eso al menos sostiene Dickson, está preparando a los jugadores del mañana con
aplicaciones para móviles y Facebook como Candy Crush Saga, en la que 54
millones de usuarios diarios gastan unos 700.000 euros al día para pasar de
nivel y seguir jugando. «Ese concepto de pasar a un nuevo nivel, un patrón
muy adictivo, está siendo transferido a los nuevos dispositivos de juegos de
azar advierte. Hoy, los niños utilizan juegos que se parecen mucho a los de los
adultos. Pero bueno, es lógico, no podemos olvidar que quien diseña un
videojuego o un dispositivo para un juego de azar busca, obviamente, que el
usuario juegue una y otra vez. Hace todo lo posible para que sea adictivo. Así
es como él gana dinero».
Concretamente, más de un billón de
dólares. Esta es al menos la cifra que, según varias estimaciones, mueve
cada año la industria global del juego. En España, sin ir más lejos, el sector
es responsable del 2,5 por ciento del PIB nacional. En 2013, los españoles se
gastaron más de 28.000 millones en los 44 casinos, 350 bingos, 2388 salones de
juego, 208.917 máquinas tragaperras y 60 webs que forman el tejido del juego
privado nacional. Ese año, el primero con operadores de juego on-line
autorizados hasta entonces actuaban desde paraísos fiscales y no sujetos a
regulación, las apuestas por Internet se duplicaron. Es más, de no ser por la
nueva modalidad, la industria que cerró el año con un incremento del seis por
ciento habría culminado el ejercicio con una caída del cinco por ciento.
«La industria del juego necesita de
Internet para crecer afirma Juan Lamas, desde Fejar. Sus ganancias futuras
pasan por atraer a toda una generación de jóvenes que pueden jugar a cualquier
hora, cualquier día y en cualquier lugar. Además, diseñar tecnología para
móviles, tabletas u ordenadores es mucho más barato que construir un
casino».Desde la patronal, Germán Gusano director ejecutivo de la Fundación
Codere, ligada a la multinacional española Codere asegura que la industria es
uno de los principales interesados en prevenir los efectos negativos de su
actividad y en reducirlos. «Pero sin menoscabar subraya los efectos
beneficiosos que produce un sector que genera más de 200.000 empleos directos e
indirectos y aporta a las arcas del Estado unos 4000 millones de euros en
impuestos».
A su entender, para la gran mayoría,
el juego es un entretenimiento saludable. «En España juegan más de 35 millones
de personas y apenas un 1,5 por ciento de ellas son ludópatas argumenta. No se
puede señalar a la industria como culpable del acercamiento de un determinado
grupo al juego. En el caso de los menores, desde luego, el problema deriva
del abuso que hacen de Internet y de las nuevas tecnologías y, en gran medida,
a una falta de control de sus tutores sobre este consumo. Es un problema que
nace desde los propios hogares».
Borja Rodríguez, 22 años
"Empiezas a mentir y ya no
puedes parar. Hasta que te pillan y todo estalla"
-Empecé a apostar con 19 años. No sé
qué me pasó. Un día le quité la tarjeta de crédito a mi hermano y perdí 800
euros. Primero aposté 20, los perdí y me dije: 'Voy a recuperar'. Hasta que me
pulí los 800. Antes iba a casas de apuestas con los amigos, pero jugaba poco:
diez euros como mucho. Pero llegó un momento en que vivía esperando la paga
para jugar. Y si conseguía un trabajillo, me jugaba todo lo que cobraba. En
tres años habré perdido unos 2000 euros, porque es todo lo que he tenido al
alcance. Nunca he tenido trabajo fijo, que si no me lo habría gastado todo.
Seguro.
Cuando pierdes el control, empiezas a
mentir a todo el mundo y ya no puedes parar. Vas sintiendo, además, que eres
más listo que nadie. Hasta que te pillan y todo estalla. Entonces te sientes la
peor persona del mundo. Llevo dos meses en terapia en Alejer, una asociación
de rehabilitados, en Leganés. Mi novia y mi familia me han ayudado mucho. No
les puedo decir más veces que me perdonen, pero soy joven y no quiero arruinar
mi vida».
Cristian Montoya, 23 años
"Me he gastado todo el dinero
que he ganado; perdí a mi novia; mi madre no me habla... No puedo seguir
así"
Tendría 17 o 18 años cuando empecé. Echas un par de euros
a una tragaperras, un póker con los amigos, entras a un casino on-line... Siempre
ganaba más de lo que perdía, hasta que un día, ya con 19 o 20 años, me gasté
2000 euros de una tacada. No sé, un día ganas 3000 euros jugando, y media hora
después no tienes nada. Es una locura. En total me habré fundido más de 20.000
euros de mi dinero trabajado. Todos mis sueldos. Es triste, pero yo le he
quitado dinero a mi madre; me he endeudado; he vendido oro, móviles; perdí a mi
novia; mi madre no me habla; antes yo estaba en forma y ahora mira cómo ando.
Llevo tiempo queriendo ir a algún sitio. Encontré la web de la asociación
de rehabilitados de Leganés hace tres semanas, pero no me decidía, hasta que el
pasado viernes cobré 1400 euros de un trabajo, lo perdí todo en tres horas y me
dije: 'No puedes seguir así'. La terapia aquí es un poco dura porque te dicen
las cosas como son, pero me sentí bien al término de la primera sesión. Siento
que puedo cambiar mi vida».
Jerónimo Saiz
Psiquiatra.
Fundador de la Unidad de Ludopatía del Hospital Ramón y Cajal, de Madrid
"Lo de ver a Rafael Nadal haciendo
anuncios de póker 'on-line' es algo que no acabo de entender"
XL. Tengo entendido que cada vez
llegan más menores a las consultas. ¿Es así?
J.S.
En el hospital no se atiende a menores de edad, pero cada vez hay más pacientes
con 18 o 19 años. Es decir, que empezaron, al menos, dos o tres años atrás.
XL. ¿Y vienen por propia voluntad?
J.S. No.
La mayoría no pide ayuda, sino que son descubiertos por la familia y vienen a
la fuerza. Al no venir voluntariamente, la rehabilitación es más difícil, ya
que esta siempre comienza por aceptar que tienen un problema y, en
consecuencia, querer solucionarlo.
XL. ¿Cuánto tiempo pasa desde que
empiezan a jugar hasta que llegan a sus manos?
J.S.
Los jóvenes, por lo general, vienen más rápido que un jugador adulto. Al carecer
de autonomía financiera para jugar, endeudarse y demás, el problema es más
fácil de detectar, ya que dependen de los padres y estos ven que desaparecen
cosas, que les falta dinero: movimientos en las tarjetas de crédito...
XL. Hace casi tres años que se reguló
el juego on-line en España. ¿Hay algún aspecto que se deba mejorar?
J.S.
La publicidad no está regulada. La ley dice que no puede ir dirigida a menores,
ni crear falsas expectativas ni que dé una idea de que el golpe de azar te
solucionará la vida, pero el Gobierno no establece normas de conducta ni multas
específicas para los operadores de juego y los medios de comunicación, como
ocurre con el alcohol y el tabaco. Esto es algo que nos parece de una gravedad
extrema.
XL. ¿Qué le parece que deportistas
famosos promuevan este tipo de prácticas?
J.S.
Lo de ver a Nadal haciendo anuncios de póker on-line es algo que no acabo de
entender. Pero, oye, él sabrá. El Real Madrid ya estuvo años anunciando una
casa de apuestas on-line en su camiseta... Y si entras en la web de un diario
deportivo, lo primero que aparece es: «¡Apuesta!». La sociedad, a diferencia de
lo que ocurre con otras adicciones, no parece consciente de los peligros del
juego.
XL. ¿Qué tipo de apuestas son las más
adictivas?
J.S.
Las apuestas deportivas, dentro del juego on-line, son las número uno. Es una
locura. Puedes apostar a algo cada minuto del partido quién hará la próxima
falta, quién marcará primero, si habrá equis goles, en qué minuto marcará uno
de los dos..., lo que multiplica las oportunidades para disparar la ludopatía.
Cuanto menos tiempo hay entre apuesta y premio, más peligro.
XL. Este mes ha entrado en vigor la
nueva regulación para las tragaperras on-line. ¿Superarán estas a las apuestas
deportivas?
J.S.
No lo sé, pero es algo que, sin duda, puede disparar el número de ludópatas. Es
decir, las tragaperras ya son el juego que, con diferencia, más ludopatías
causa. Pues si le añades todas las características adictivas del juego on-line,
ya ni te cuento. Puedes jugar en cualquier momento y lugar y sin que nadie te
controle.
XL. ¿Tener más o menos dinero es un
factor de riesgo para la ludópatía?
J.S.
El que tiene más pierde más, y el que tiene menos pierde menos, pero, que quede
claro, ambos lo pierden todo. Ahora bien, tener una situación económica y
social desfavorecida sí que eleva el riesgo de ver el juego como solución.
XL. ¿Por qué juega el ludópata?
J.S.
No todo el que juega desarrolla el problema. Hay personas más vulnerables.
Existen muchos factores, pero creemos que hay una parte biológica, genética y
hereditaria que predispondría a ciertas personas a desarrollar el problema.
10 pasos hacia la rehabilitación
1. Admitir el problema y desear
resolverlo. «Si ocurre así, el 80 por ciento de los
pacientes dejan el juego», asegura la doctora Susana Jiménez, de la Unidad de
Juego Patológico de Bellvitge.
2. La colaboración de la familia es
capital. Por un lado, entender que no es un
vicioso, sino un enfermo. Por otro, fiscalizarlo y ayudarlo.
3. Cortar todas las fuentes de
financiación. Anular tarjetas de crédito y firmas en
cuentas corrientes.
4. Crear cuentas mancomunadas cuando
el ludópata goza de ingresos regulares.
5. Llevar encima el dinero necesario
y presentar justificantes de compra a la persona de confianza.
6. Confeccionar una lista de deudas e
irlas haciendo frente.
7. Ocupación del tiempo libre.
8. Buscar nuevos objetivos personales
o profesionales.
9. Autoprohibición. Autoexcluirse tanto del juego on-line como presencial a través de la
Dirección General de Ordenación del Juego.
10. En psiquiatría se
trabaja para eliminar pensamientos mágicos, supersticiones y creencias
irracionales frecuentes en el jugador. Es decir, cuando este piensa
que puede predecir si va a salir un número, creer que hay números de la suerte,
convencerse de que en la próxima jugada va a ganar...